Muchos padres se encuentran en la obligación de dejar a sus hijos con cuidadoras, sin embargo, en ocasiones, aquellas personas ajenas a la familia, agreden y hieren la inocencia infantil con conductas agresivas que pueden quebrantar la estabilidad emocional del menor. También la agresión puede provenir de familiares directos e incluso de los mismos padres.
Con el propósito de abordar esta problemática, desde una perspectiva neuroescritural, quiero compartir con ustedes el estudio de un caso real que tuve que abordar hace algún tiempo; me refiero a un caso de agresión física y psicológica a la que fue sometida una niña de 5 años 3 meses.
En uno de nuestros encuentros, le solicité a la menor que desarrollara un dibujo libre, el cual iré decodificando y analizando desde la perspectiva neuroescritural, tal que, el lector pueda captar que a través de símbolos, el ser humano es capaz de expresar su real sentir elocuentemente.
DIBUJO DE LA NIÑA DE 5 AÑOS 3 MESES.
El Sistema Neuroescritural, como mecanismo decodificador de símbolos gráficos, se enfoca en lo proyectivo y en lo psico-morfo-cinético de la expresión gráfica, aspectos que pueden evaluarse atendiendo a la Teoría Espacial de Max Pulver, la cual objetiva y sistematiza el lenguaje simbólico en países de cultura occidental, a través del estudio de 4 coordenadas troncales en el campo gráfico u hoja en la que se establece el dibujo o la escritura (arriba, abajo, izquierda, derecha). En efecto, si lo que se expresa gráficamente queda plasmado en un campo gráfico (hoja o cualquier otro soporte), "entonces queda sujeto a una serie de coordenadas que permiten delimitar estadios diferenciados de análisis. La primera coordenada contenida en el lenguaje simbólico y natural de la especie humana, es una línea horizontal concreta o imaginaria que representa el límite de lo que se encuentra arriba y abajo. Concreta, si se la aborda desde la perspectiva de lo natural, como lo es la línea de horizonte, la cual divide el cielo y la tierra. Imaginaria -pero no menos real- si se delimita lo que para toda la cultura occidental ha sido significativo en la estructuración de su filosofía, la división entre el cielo y el infierno o mundo espiritual enaltecedor y primitivo encadenador". (Aguilera, 2011, p. 105).
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