viernes, 3 de septiembre de 2010

Ser padres de adolescentes en los tiempos que corren


Ser padres de adolescentes en los tiempos que corren
Posted: 02 Sep 2010 08:38 PM PDT
Por Lic. Beatriz Cruces… sé que lo vas a comentar para que alguien más lo lea… MUY CLARO
¿Cometemos errores? Sí muchísimos, como hijos,como padres,como pareja,como hermanos,como amigos.
Todos cometemos errores, pero cada error viene acompañado de un aprendizaje, sólo así tiene sentido el error. O por lo menos así debiera ser.
Padres jóvenes adultos-hijos adolescentes, se unen dos ciclos vitales diferentes. A veces distantes cronológicamente y desde la madurez emocional. ¿Por donde empezar a comprender?
Esta reflexión surge luego de una entrevista con padres muy preocupados y ocupados frente a una crisis de familia. Y como es de esperar en estos temas intensamente afectivos, aparece la “señora culpa”, los obstáculos,las expectativas incumplidas, los límites claros o difusos, si hubieren existido, y por ende la “señora frustración”, invitada de honor en los temas vinculares.
Así como una lógica consecuencia la toxicidad de las emociones, en lugar de utilizar el momento para sanar. Aparece la autocompasión, o el autocastigo. Tratando de darle forma o sentido a un tejido de circunstancias que naturalmente suceden en los procesos de crecimiento madurativo de las partes involucradas.
Ni lo uno, ni lo otro ayudarán a superar las circunstancias de crisis o conflicto, porque como dice Ari Paluch, en su libro EL COMBUSTIBLE ESPIRITUAL “ si sucede, conviene”, lo cual nos lleva a pensar que el obstáculo o la circunstancia difícil, nos está dando la oportunidad de usar nuestra creatividad para abordarla. Para intentar algo nuevo, que no hemos puesto en práctica en anteriores oportunidades
En primer lugar, considerar a la “culpa” como impedimento para poder avanzar, ella nos quita seguridad en nosotros mismos, además de sustraernos la paz y el buen humor necesario para abordar el problema.
El miedo a errar con las medidas a tomar, nos inhibe de actuar, y si nunca fuimos “sabios”, cuando cometemos un error, tenemos una oportunidad de serlo, permitiéndonos cambiar de pensamientos y bajando expectativas sobredimensionadas, respecto de personas o circunstancias.
. Los idealismos y las falsas expectativas nos llevan a la frustración y todos conocemos que en el plano humano existen las virtudes y los defectos, que indefectiblemente debemos aceptar. Decían esos padres durante la entrevista: nuestro hijo desvaloriza nuestro esfuerzo por brindarle todo lo necesario, nos recrimina nuestros errores o fracasos, se encierra, se aisla,desafía,acusa injustamente nuestras acciones. Se trata nada más y nada menos que lo que caracteriza el ciclo vital: adolescencia media.
¿Cómo compatibilizar estas expresiones, con la realidad? ¡ Qué Dificil! Ellos viven un mundo virtual exacerbado por los medios de comunicación que les muestran el acceso a todo sin esfuerzo, en una “tinelización” de la cultura, donde la confrontación y el conflicto es el único modo de resolución de los conflictos, de competir y salir airoso.
Es una lucha desigual, ya que para el adolescente pesan más los modelos foráneos que los familiares, y la construcción de ídolos los aleja de los verdaderos héroes, que son sus padres junto a ellos en la labor cotidiana.
También los aleja de su propia autoestima desde actitudes vanas y orgullosas como usualmente muestran los programas televisivos, alejándolos tristemente de sus realidades constructivas y familiares.
No desesperar es la “clave”, ellos están confundidos, y necesitan padres mayores que ellos, cuya jerarquía les haga sentir las diferencias. Necesitan sentir que pueden diferenciarse pero de una manera “indolora”, para lo cual proyectan su malestar y carencias en ellos.
Así escuchamos “ustedes no saben nada, son conformistas, son fracasados, no tienen capacidad para entederme, no quiero ser como ustedes, rechazo el modelo que pretenden imponerme, en síntesis no quiero los padres que tengo, quiero otros padres”.
Todos estos argumentos en lugar de mostrar su deseo de dejar de ser un niño dependiente para transformarse en un joven. Sabiendo desde el inconsciente, que uno de los beneficios de su rebeldía,es esconder su vulnerabilidad, sus dudas e inseguridades,dándole rienda suelta a su egocentrismo para captar atención, para encontrar un lugar de privilegio, al igual que los “ídolos” que admira, aún a costa de “golpes bajos”.
En esos momentos los padres se plantean que han errado, y empiezan a sentir que no se perdonan los errores, lo que los aleja de la verdadera senda hacia la comprensión de esos planteos, porque en el despliegue de fantasías tontas y agresividad descontrolada, esconden una “trampa básica”: involucrar a los padres en sus juegos para jugar todos juntos.
Esta advertencia es válida y de escucha profunda, para lograr no ser depositario del “caos” que descargan. Asumir lo que es propio y separar. No receptar la proyección. No caer en el error que ellos esperan:-o sea transformar sus fantasías en una realidad inmanejable para los padres-.
Y trabajar con esos cambios como una parte más del proceso madurativo, sabiendo de antemano que en la dinámica de los vínculos, lo único que permanece es el cambio.
Por lo tanto no hay errores, existen incansables intentos, algunos más acertados que otros, pero todos susceptibles de remodelar, de reencausar, de renovar, con comprensión, respeto y compromiso de las partes involucradas.
Aunque parezca sencillo este planteo, no es fácil de resolver en la práctica, ya que trabajar con los vínculos es una tarea de todos los días que encierra todas las posibilidades de recrear y de reinventar construcciones de lazos que no siempre se mantienen si no llevan un ritmo sostenido y paciente, ubicándolos en lo que tienen, para alejarlos de lo que demandan y de lo innecesario que les dicta el consumismo.
Licenciada Beatriz Cruces.

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