viernes, 22 de octubre de 2010

Niñez y Adolescencia

Niñez y adolescencia: la autoridad en la familia y en la escuela.
20/7/2010

( Mattiozzi, Raúl; Lamberti, Silvio, Sup. La Ley Actualidad, pág. 1/1 )

“... Al momento de las primeras consultas en VMI se plantean interrogantes sobre el poder, la autoridad, el autoritarismo, quién los ejerce, sobre quién y durante cuánto tiempo. Interesa destacar la relación directa y medular -aunque no explicitada- entre los conceptos de autoridad y de dominación, ya que esta última orienta en la posición que se ubica cada sujeto en relación a las atribuciones del poder (jefe, líder, superior, etc.), los métodos de persuasión o castigo para ejercerlo y las distintas formas de obediencia.

(...)

Es en el marco de las instituciones especializadas en la protección contra la violencia familiar y de género que invitamos a reflexionar sobre los alcances de las medidas protectivas, destinadas a beneficiar en la urgencia a la mujer, a niñas/os y adolescentes y sobre sus efectos paradojales, en razón de que aquellas suelen ser transitorias y suelen dejar expuestas/os a quienes se intenta proteger, de no mediar límite al ciclo de la violencia con la neutralización del agresor y el seguimiento del efectivo cumplimiento de dichas medidas.

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... no es tarea menor evitar el desplazamiento de los conflictos del ámbito familiar hacia el ámbito escolar, que se revela en conductas de maltrato o de cuestionamiento a la autoridad. En este sentido, en materia de defensa de Derechos Humanos y de garantías de niñas, niños y adolescentes, se debe mantener el compromiso de responder y acompañar con aquella medida de protección oportuna, conveniente, necesaria y útil. Pero también corresponde acompañar a la autoridad competente para que la ley se cumpla y el orden tenga un sentido en la niñez -siempre indefensa- para que esta franja etaria pueda razonar y comprender de un modo diferente las permanentes transgresiones que detenta la persona autoritaria.

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... toda forma de organización de las actividades educativas o expresión de las conductas que se aparten de lo familiarmente pautado será considerada anormal o desviada o, en el peor de los casos, patológica. A modo de viñeta, los malos tratos conviven a diario en las aulas de los colegios sin encontrar algún límite a los desbordes o soluciones razonadas y pacíficas a los distintos intereses y conflictos entre padres, docentes y alumnos.

... Nadie debe ser sometido al poder, a la cultura, a la lengua o a la identidad del otro. Y mucho menos por la fuerza.

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Toda familia requiere de la inserción en los sistemas de salud, justicia y promoción social -entre otras- y de la permanente comprensión y apoyo de las instituciones para aceptar que la familia es una construcción social, que los conceptos de poder, autoridad, obediencia, fueron aprendidos y no se debe juzgar, categorizar o jerarquizar conductas o modelos a priori, sino que deben ser reflexionados e instrumentados a partir de reconocer la infinita diversidad, variabilidad de conductas y de formas de organización, donde los hijos son los primeros aprendices y los padres los últimos en aprender.

(...)

Si el concepto de autoridad -auctoritas- está directamente relacionado con el prestigio y el crédito que se le reconoce a una persona o institución por su legitimidad o por su calidad y competencia en alguna materia, en el caso de los hijos o los alumnos dicha condición quedará clara y armoniosamente expresada en la obediencia. Cuando ésta no se cumple y aparecen las conductas de rebeldía con sus múltiples denominaciones (desobediencia, infidelidad, traición, renegación, etc.), asoman las primeras manifestaciones que forman parte del proceso de dominación, convencimiento, domesticación, educación, etc. Cuando de doblegar la voluntad del otro se trata, se observa en el cruel -pero implacable- deslizamiento de las palabras a los azotes, dejando a ojos vista el proceso de victimización.

(...)

Dentro de la organización familiar se tiene que desarrollar una función que debe ser responsabilidad de alguno de sus miembros como condición mínima y necesaria ... Por ello es imperioso velar por la confianza que depositan las víctimas al hacer la denuncia; por la esperanza de los hijos que esperan ser protegidos y por la desconfianza de los victimarios por no creer que existan maneras armónicas y pacíficas de plantear los conflictos, de ser organizados en función del marco jurídico y orientados en relación a sus costumbres, creencias y temores ...”.

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