domingo, 16 de octubre de 2011

Hijos de la calle de Jorge Musikman

Con la mirada extraviada

por inhalar pegamento,

con borrosos pensamientos

que lo empujan al abismo,

sin dominio de sí mismo,

se abre paso entre la gente

que camina indiferente

mirando para otro lado

pues nadie esta interesado

en saber cómo se siente.

En la parada de taxis

las puestas valen monedas

y por abrirlas se esmera

pues no es cosa muy sencilla

volver de noche a la villa

sin dinero suficiente,

porque tinen bien presente

la paliza que le espera,

esa si que es verdadera

y alli es moneda corriente.

Hace mil y un trabajitos

que le mandan los mayores;

pasa tantos sinsabores

a la edd de andar jugando,

que odio y bronca van juntando

pues la vida le ha negado,

lo que a otros le ha regalado

bajo la misma bandera.

Unos viajan en primera

pero otros viajan colgados.

Cuando llega a su morada

donde el mundo se termina,

la miseria lo domina

y entre olores nauseabundos

se hace cargo de ese mundo

en que vivir le ha tocado,

donde duermen hacinados

entre latas y cartones

con abyectas violaciones

que vive desde temprano.

Su futuro es algo incierto

mejor dicho, bien seguro,

porque con esto no dudo

que de los mil trabajitos,

lo transfieren al delito

para que vaya aprendiendo;

pierde todo sentimiento

por vivir en ese horno,

del que no existe retorno

pues de él está aprendiendo

Hijos de hijos de la calle

¡que pasa con la Argentina!

odio social que intimida

con delicuentes precoces,

y cada vez más feroces

que matan de puro gusto

donde se vive a los sustos

sospechando de las sombras

donde ya nada te asombra

porque lo justo, no es justo.



Por eso es que me hago cargo

de la parte que me toca

por eso pongo mi boca

palabras que no quisiera,

¡Porque me duele de veras!

¡Tengo el amor desgarrado!

¡porque siento, resignado

con disfraz de indiferencia

que me ha herido la impotencia!

¡por eso miro a otro lado!

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