31/3/2011 "Reflexiones sobre la situación del Fuero de Familia" Por el Juez Carlos Antonio Romano La necesidad de una atención especializada y urgente en materia vinculada a cuestiones relacionadas a crisis de parejas, maltrato y abuso en la infancia, bioética, filiación, adopción, guarda, ablación de órganos, y atención de las adicciones, entre muchas otras dolencias de nuestra sociedad, y en particular, aquellas referidas a la violencia doméstica y salud mental, fundamentaron la creación del Fuero de Familia en la Provincia de Buenos Aires a mediados de la década del 90. Clic en el título para desplegar el texto completo La trama social abundó esta conflictiva y a su vez la especialidad trajo una mayor necesidad en la atención de casos en razón del acceso. Un cambio paradigmático en materia de niñez terminó con el patronato, legisló en armonía constitucional y consecuentemente consagró la desjudicialización del niño objeto de protección, a la par que, ampliando la competencia de estos tribunales, judicializó el reclamo de sus derechos y el control en las entrañas de este Fuero. Los derechos en materia de salud mental (insanias, internaciones, tratamiento de adicciones), respondiendo a standards internacionales, también tuvieron acogida en la legislación y son instados en una mayor y completa atención, con razón y sin disimularlo, una “necesaria, mejor y mayor atención especializada” para responsabilidad del mismo Fuero a poco menos de veinte años de creado. La mayor necesidad de prestación en el servicio de justicia sin embargo siguió desconsiderando la estructura humana (necesidad de más personal, y de mayor capacitación) y estructural (ampliación edilicia, higiene y seguridad) para absorber una complejidad de justiciables aquejados por la vulneración y sumergidos en una conflictiva social cada vez más agresiva. Problemas referidos a la salud mental, violencia intrafamiliar, y niñez desamparada siguieron su cauce dramático signado por la voluntariedad de operadores judiciales y administrativos, pero vinculados a la ausencia de un mejor presupuesto, realidad que cae pesadamente sobre el resto de las materias de competencia. Por fin entonces cabe aclarar, el problema no es planteado desde la queja de un agente judicial, ni desde un sector de la especialidad, sino en la necesidad de una mejor atención al justiciable, y hablamos de aquellas cuestiones priorizadas y delicadas de nuestra comunidad, y señalo nos dirigimos a un ochenta por ciento de personas justiciables con necesidades básicas insatisfechas. Las situaciones que esto importa se evidencian en mesas de entrada abarrotadas, tensionadas y en algunos casos sin poder de contención, que generan ansiedad y desesperanza en el ciudadano, a la par que insalubridad laboral para los profesionales abogados y empleados que la atienden. Se han registrado ya diferentes casos de violencia física e inseguridad en su ámbito. También, es preciso denunciarlo, se viene registrando por insuficiencia edilicia, hacinamiento de empleados y justiciables, carencia de intimidad en cuestión de niñas, niños y adolescentes, y poca probabilidad para una actuación interdisciplinaria eficaz. Al estar diseminados y lejos de otras oficinas los organismos de familia, ese justiciable al que aludo va y viene, al igual que los empleados cargando expedientes y los profesionales en su ansiedad recorriendo grandes distancias en el compromiso de un trámite destinado a supremos valores. Entiéndase, no estamos diciendo que faltan vehículos del Poder Judicial para realizar supervisiones en nosocomios, que nunca los hubo, o para trasladarse veinte cuadras con causas, o para trasladar personas encausadas. Sino que, a la distancia de edificios centrales se agrega una mayor necesidad en contactarlos, y a la ausencia de nosocomios y traslados se agrega la imposibilidad de atención recomendada en casos de personas con afectación en la salud mental. No sugerimos más puestos de trabajo (escritorios, computadoras, etc) que sí se requieren, sino lugar para poder tenerlos. Ni nos quedamos sobre un pedido de elementos informáticos y sitios para apoyar libros. Ni de construcción de “cámara Gessell” aún cuando eficaz. Sino que denunciamos no existe lugar siquiera para realizar regimenes de visitas asistidos en un tribunal destinado a sanar vínculos parentales, o apremiado por muchas circunstancias de denuncia de abuso sexual sobre menores de edad. No reclamamos mayor personal, que también lo necesitamos, sino su capacitación y por sobre todo “cuidado”, en el ámbito de una administración consolidada a la seguridad de las personas. Ni pedimos por nosotros los judiciales, sino por niñas, niños, adolescentes, adultos con graves crisis, y ancianos que cotidianamente hacen colas ante nuestras puertas. Estamos reclamando inmediata solución de estructura tanto de personal como edilicia; de higiene, seguridad laboral y recursos para hacer una labor eficiente en el marco de un fuero que, para el bien integral de nuestro pueblo, debe ser eficiente y cada vez se expande más. Es así como lo anhelamos, bajo el pedido de un mayor presupuesto y recursos ya que la justicia más cercana a la pobreza no debe ser pobre aunque pueda deberse austera. La justicia más cercana a la sensibilidad del “ser” debe ser la más atendida
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