domingo, 24 de mayo de 2009

El calvario de los chicos en el hogar del horror

El calvario de los chicos en el hogar del horrorLa fundación de Grassi, muy comprometidaNoticias de Información general Domingo 24 de mayo de 2009
Publicado en edición impresa
Franco Varise
LA NACION
Ese día Cristian llegó muy angustiado a la escuela. No quería estudiar y comenzó a llorar con un quejido profundo y bestial. En el recreo salió al patio, ató un cable a su cuello y quiso ahorcarse frente a todos. "¡Quiero irme al cielo y terminar con todo esto!", gritaba. En un rincón del salón, otro niño de 5° grado le susurró a una maestra: "Acá empezó otra vez la joda de los abusos". El episodio destapó una trama macabra, según surge de la causa que lleva adelante la jueza de primera instancia en lo Civil Myriam Rustán de Estrada sobre el Hogar San José Obrero, de la Fundación Felices los Niños, creada por el sacerdote Julio César Grassi. Esto ocurrió el 2 de septiembre del año pasado, durante un día de clase en el Colegio Santa Teresa de los Andes, en Chacarita. Pero ese día no tuvo nada de convencional. Una vez que lograron calmarlo y asistirlo, las autoridades del colegio comunicaron el hecho al obispo auxiliar y vicario episcopal de la zona Belgrano de la Arquidiócesis de Buenos Aires, monseñor Horacio Benites Astoul. El obispo, es decir la propia Iglesia, fue quien realizó el 26 de septiembre de 2008 la presentación ante el defensor público de Menores e Incapaces N° 4, Marcelo Jalil, para que se investigara el hecho, dado que las monjas responsables del hogar habían negado cualquier sospecha al respecto. Anteayer, el Consejo Episcopal de la Arquidiócesis de Buenos Aires emitió un comunicado por el que respalda a monseñor Benites Astoul y a las autoridades de la escuela, y aclara que el trámite judicial impulsado por la Iglesia ha sido una presentación ante la Justicia "considerando la seriedad de los hechos" y no una denuncia. De ambos, dice que siempre "obraron correctamente". Es que, cuando las autoridades del colegio le preguntaron a Cristian a qué se refería con "terminar con todo esto", el menor dijo: "De eso no se habla". "Apretaba los puñitos y tenía una tensión muy fuerte en todo el cuerpo", sostiene el relato volcado en el expediente de la secretaria del director de la institución. Detrás de las paredes del hogar San José Obrero pasaban cosas raras desde hacía muchos años. Cosas supuestamente siniestras y muy bien guardadas, según las indagaciones que, tras la denuncia, realizó el Cuerpo Médico Forense y que ya son parte del expediente. Surge de las pesquisas psicológicas que, en un contexto de absoluta ignominia, los mayores del grupo sometían a los niños más pequeños a vejámenes sexuales a cambio del pago de favores. Estas situaciones escabrosas se asegura que sucedían sólo entre los varones. El líder de ese grupo dominante era un joven de unos 16 años, sin documentación, aparentemente de nacionalidad ucraniana, que presenta problemas de toxicomanía, una personalidad psicopática y de una sexualidad indefinida, detalla el informe psicodiagnóstico realizado por el Cuerpo Médico Forense. Y agrega que debería estar en una comunidad terapéutica especializada. Pero lo más importante estaba por llegar. Una vez efectuada la denuncia, el primer funcionario judicial en cruzar el umbral del hogar fue Jalil. A pesar de contar con una foja de servicio bastante frondosa en asuntos difíciles, dijo a LA NACION que quedó impresionado. En la casa, que en verdad parecía un instituto correccional, según su opinión, había ratas, desorden y una sensación de deriva absoluta. Jalil pidió los legajos de los chicos y, en unos papeles escritos con mucha informalidad, descubrió historias de horror. Los legajos fueron secuestrados por la Justicia. Lo llamativo es que habían sido elaborados por el personal a cargo de esos niños en diferentes momentos de su vida en el hogar. En una de esas esquelas que acompañan el expediente aparece el relato sobre un niño pequeño que había sido atado en el altillo del hogar y violado por cuatro chicos mayores, entre los cuales se encontraban sus propios hermanos. En otro de los legajos, uno de los responsables del hogar cuenta que había descubierto a un niño practicándole sexo oral a uno de los chicos mayores. Y al consultarle que hacía, el niño de menos de diez años le respondió que estaba pagando una deuda. El defensor sospecha que, en realidad, el chico ucraniano que actuaba como líder podría ser mayor de edad. En el hogar convivían menores con distintas problemáticas. La mayoría provenía de hogares del conurbano bonaerense donde ya había sufrido abusos. Incluso, algunos presentaban discapacidades o traumas psiquiátricos graves... Abandono, indigencia y todas las maldiciones del mundo concentradas en menos de 15 años de vida. Para muchos, el hogar era lo único que conocían. Un solo cuidador Durante las noches, por la falta de personal en el hogar San José, apenas un cuidador debía hacerse cargo del complejo que incluía una zona de habitaciones de niñas y otra de varones. Del expediente surge que habían existido intromisiones de niños en camas de otros durante las noches. Cuando el Cuerpo Médico Forense consultó a uno de los niños acerca de este episodio, éste lo negó. Pero, al interrogarle para qué estaba el sereno por las noches, el mismo niño contestó: "Para que no nos pasemos de cama". "Había preferidos que tenían teléfono celular y estaban muy bien vestidos, mientras que el resto, los más pequeños, estaba totalmente abandonado. La diferencia era manifiesta", dijo Jalil. Este magistrado recibió amenazas que supone provinieron de gente afín a la Fundación Felices los Niños del padre Julio César Grassi. Jalil trabajó siempre en soledad junto con la jueza. Un aspecto curioso, según los especialistas que siguen el caso, es que la defensora general de la Nación, Stella Maris Martínez, designada por el gobierno nacional, nunca manifestó su apoyo a la investigación. "Los tratamientos médicos habían sido descuidados: una chiquita casi repite de grado porque pensaban que era tonta, pero en realidad le faltaban lentes", agregó Jalil. Uno de los niños de seis años, según los legajos que están en el expediente, había sido segregado de la habitación de los varones, porque se hacía pis en la cama durante las noches. Dormía en otra habitación, completamente solo, aislado y desnudo, por disposición del personal del hogar, para que se sintiera incómodo cuando no pudiera contenerse. La jueza que dio impulso a la causa, al analizar la información del defensor, dispuso en septiembre pasado la intervención del hogar por parte del Concejo de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes del gobierno porteño, durante 120 días, y con el compromiso de efectuar informes quincenales. Sin registro A medida que fueron llegando los primeros análisis, la jueza, empezó a convencerse de que debía reubicar en forma urgente a los niños. La institución de menores no estaba inscripta en el registro de "hogares conveniados" del Consejo y funcionaba casi al margen de todos los controles. No recibía subsidios del gobierno y subsistía gracias a las donaciones de particulares, que habían decaído mucho después de las imputaciones judiciales por abuso y corrupción de menores, que pesan sobre el padre Grassi. La sentencia en ese juicio se conocerá el 10 del mes próximo. Las autoridades del hogar, las hermanas Olivia y Delfina, de una orden de Guatemala y que vivían en el fondo del predio, negaron la situación desde un principio. Voluntarios y personas afines a la fundación del padre Grassi acusan a los funcionarios de avanzar en el desalojo del hogar por "faltas menores en el edificio". Consultados por LA NACION, vecinos del barrio tampoco parecían conocer lo que ocurría detrás de las paredes de ese predio de la calle Charlone, en Chacarita. De prosperar las sospechas sobre abusos, las hermanas Olivia y Delfina podrían quedar imputadas por incitación, negligencia y abandono de personas, según fuentes judiciales. El avance de la causa quedó en manos de la fiscal de menores María Helena Holden.
Cronología SEPTIEMBRE DE 2008 Presentación. El obispo auxiliar y vicario episcopal de la zona Belgrano de la Arquidiócesis de Buenos Aires, monseñor Horacio Benites Astoul, denunció ante la Defensoría Pública de Menores e Incapaces de la Capital que se investigue presuntos abusos en el hogar.
SEPTIEMBRE DE 2008 Decisión judicial La jueza Myriam Rustán de Estrada ordenó al Consejo de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes intervenir el hogar y la realización de fichas informativas.
NOVIEMBRE DE 2008 Intervención Comienza la intervención, que se extiende hasta marzo de 2009. En febrero, el Consejo firma un convenio con la Fundación Felices los Niños para devolverle el hogar al considerar que se habían hecho las mejoras y le ofrece asistencia.
ABRIL DE 2009 Resolución La jueza Myriam Rustán de Estrada resuelve la reubicación de todos los niños que estaban en el hogar, con la intervención de los jueces que estaban a cargo de los menores. La tensión dentro y fuera del hogar crecía.
MAYO DE 2009 Traslado El viernes 15 se debía terminar el traslado, pero no pudo concretarse.
Administrador La jueza ordena la administración del hogar al Arzobispado de Buenos Aires.
Lectura obligatoria al final de las misas Durante este fin de semana, quienes asistan a misa escucharán un comunicado de lectura obligatoria, dispuesto por la Arquidiócesis de Buenos Aires, en apoyo del obispo Benites Astoul y de la Escuela Santa Teresa de los Andes, que fueron los que comunicaron a la Justicia lo sucedido en el hogar del padre Grassi.

http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1131744 Una institución fuera del sistemaNunca estuvo inscripta en el registro de "ONG conveniadas" del gobierno porteñoNoticias de Información general: Domingo 24 de mayo de 2009 Publicado en edición impresa FOTO Para resistir el desalojo, los menores se amotinaron en la terraza Foto: LA NACION / Archivo
La pregunta se plantea casi sola: ¿cómo es que un hogar de niños funcionaba en la Capital casi sin control? Y la respuesta es compleja. La Fundación Felices los Niños recibió a mediados de la década del 90, por parte del Estado nacional y en comodato por 100 años, el predio en el barrio de Chacarita que antes pertenecía a Segba, la ex empresa de energía estatal. Allí, comenzó a funcionar el hogar San José Obrero, que incluía también el colegio Santa Teresa de los Andes. El predio estaba bajo la órbita del Organismo Administrador de Bienes del Estado (Onabe). La fundación operaba ambas instituciones en forma independiente, aunque recibía aportes del Estado nacional. El 15 de septiembre de 2006, la escuela fue transferida al Arzobispado de la ciudad de Buenos Aires debido a que la Dirección General de Educación Privada no le otorgaba el reconocimiento y había criticado, entre otras cosas, los planes de estudio. Se evaluó cerrar el colegio, pero como otros chicos del barrio concurrían, la iglesia se hizo cargo. Ambas instituciones comenzaron a funcionar en forma independiente. El hogar, por sus características, nunca estuvo inscripto en el registro de "ONG conveniadas", que tiene el gobierno porteño para alojar niños. Por eso dejó de recibir dinero y empezó a mantenerse gracias a las donaciones. La mayoría de los niños que vivían ahí provenían del conurbano bonaerense y, algunos de ellos, iban y venían de la casa central de la fundación, en Hurlingham. El hogar funciona con puertas abiertas: el control de ingresos y egresos, como se comprobó luego, era inexistente. La presidenta del Consejo de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes porteño, Jessica Malegarie, admitió a LA NACION que se visitaba el hogar, pero como no había una vinculación formal, los controles eran menores a los de una institución "conveniada". De acuerdo con informes sobre algunas irregularidades, entre mayo y agosto del año pasado, el Consejo decide realizar una inspección. Pero, según comentó Malegarie, las autoridades del hogar les negaron el ingreso en dos oportunidades. El 22 de octubre pasado, el Consejo envió una carta documento a la fundación y días después surgió la denuncia del obispo auxiliar, Horacio Benites Astoul, sobre presuntos abusos. La jueza Myriam Rustán de Estrada le solicita al Consejo que intervenga el hogar y que elabore informes quincenales. "Colocamos un equipo las 24 horas para garantizar el funcionamiento del hogar y para que esos presuntos abusos no se repitieran", dijo Malegarie. Durante ese tiempo, los especialistas descubrieron faltas gravísimas. "El equipo de la fundación para atender a los chicos tenía serias deficiencias. Había alojados 20 chicos y 20 chicas y tenían un solo operador de noche", señaló Malegarie. Y agregó: "Los niños están ahí como última opción, pero no había trabajo de revinculación y había chicos que hacía 5 y 8 años a los que no se les había dado la posibilidad de egresar y reinsertarse en una familia". La presidenta del Consejo no duda al señalar que las condiciones de vida dentro del hogar no garantizaban que los niños pudieran estar bien. "La comida era deficiente en cuanto a su composición y su preparación. Se cocinaba en un lugar sin mínimas condiciones de aseo", dijo la funcionaria. Durante el período de intervención, que empezó en noviembre pasado y siguió hasta marzo último, explicó Malegarie, las trabajadoras del hogar nunca se adaptaron a realizar los cambios de higiene y de dieta. Tratamientos discontinuados Uno de los temas más delicados era que los tratamientos médicos se habían discontinuado. Uno de los chicos había perdido un turno en el hospital para realizarse una intervención quirúrgica porque nadie lo había llevado, comentó Malegarie. En cuanto a la medicación y seguimiento de las patologías, también había grandes deficiencias. Y se evidenciaron "desbordes emocionales de adolescentes con riesgo de ataque físico a sí mismo y hacia terceros", dice uno de los informes del Consejo. "En otros hogares pueden haber algunos problemas puntuales, pero en éste estaban todos", agregó. Y algo peor: los espacios a veces eran cerrados con llave, a pesar de que había niños en el interior. La intervención terminó con la orden de la jueza de reubicar a todos los chicos. El Consejo no pudo concretar la relocalización y pidió más tiempo. La jueza se lo negó y, el último día, ocurrieron los graves incidentes entre los funcionarios que debían retirar a los chicos y personas afines a la fundación.

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