sábado, 18 de febrero de 2012

La relación entre el SAASI (Síndrome de Acomodación al Abuso Sexual Infantil) y las patologías alimentarias

Por Analía Losada

El objetivo del presente trabajo busca realizar una divulgación en el área de la relación entre el Síndrome de Acomodación al Abuso Sexual Infantil y las patologías alimentarias. Posibilitando desarrollos de líneas de acción tendientes a la prevención, detección precoz y abordaje temprano.

Aquellos sujetos que han atravesado las diferentes etapas del Síndrome de Acomodación al Abuso Sexual Infantil y se han fijado en el estadio de la retractación desarrollan a posteriori patologías alimentarias tales como anorexia y bulimia, correspondiendo al tercio de los consultantes en la demanda actual de asistencia por padecimiento de patologías alimentarias.
El Abuso Sexual Infantil (ASI) es una modalidad de maltrato por acción sobre un menor, siendo un problema frecuente en diferentes culturas y sociedades.
Se define al Abuso Sexual Infantil como cualquier clase de contacto sexual con una persona menor de 18 años por parte de un adulto desde una posición de poder o autoridad sobre ella. Corresponde a la utilización de un niño, niña o adolescente, en una actividad de carácter sexual sin el consentimiento de la víctima, ya sea por el uso de la fuerza, amenazas, engaños o sencillamente por no comprender plenamente el acto al cual ha sido sometido debido a su inmadurez psicofísica o nivel de comprensión. El ASI no es sinónimo de violación, la cual es un acto de acceso carnal dado a través de la fuerza e intimidación de la víctima. En el Abuso Sexual Infantil raramente se utiliza la fuerza física para lograr el contacto con el niño, que a su vez no ocurre en forma aislada o accidental.
Los efectos negativos del ASI son variados y se presentan en la infancia, adolescencia y adultez, mostrando la gravedad del problema y la necesidad de un mayor conocimiento profesional al respecto.
El ASI deja en cada víctima una huella psíquica, dependiendo de su estructura de personalidad y de su contexto histórico y psicosocial, traducida en sentimientos de vergüenza y miedo; pero el efecto más dramático, es la sustracción y apropiación de la culpa del agresor por parte de la víctima, de allí que este sentimiento se incrementa cuando hay parentesco o cercanía entre ambos, con lo cual el agresor goza entonces de altas probabilidades de aumentar el mecanismo de identificación en la víctima. Y es tal el sentimiento de vergüenza y la apropiación de esta culpa que hay pacientes que llegan a adoptar medidas punitivas consigo mismos.
El ASI es una patología muy frecuente, puesto que tiene una incidencia anual de 0,5 casos por 1.000 niños, y una prevalencia durante la etapa de 0 a 18 años de uno de cada seis chicos y una de cada cuatro chicas. Este abuso muchas veces no sale a la luz, debido al sometimiento del niño y a que no deja lesiones, o a que cuando acude al médico éstas han curado, o a que son de difícil diagnóstico.
El Abuso Sexual Infantil se enmarca en una relación de poder. Si no la hubiera, no existiría el ASI. Diversos estudios describen factores de vulnerabilidad y desprotección en niños que luego son víctimas de ASI.
La hipótesis de Rosa Ines Colombo, hoy una realidad ya consensuada por el ámbito científico plantea que en una familia en la que existen disfunciones parentales y en especial cuando no es eficaz el cumplimiento de la función materna se deja librado al niño en un lugar de vulnerabilidad que puede llevar al maltrato. Dentro de los diferentes tipos de maltrato infantil nos ocupa en el presente trabajo el Abuso Sexual Infantil.
El ASI provoca efectos catastróficos, refiere a practicas de secuestro afectivo y de la denigración del niño a la categoría de cosas.
El SAASI, es decir el Síndrome de Acomodación al Abuso Sexual Infantil, fue descrito por Ronald Summitt en 1983 para explicar dos situaciones traumáticas en torno al ASI. La primera de ellas incluye tres etapas y corresponde al ASI propiamente dicho y al incluir las dos etapas siguientes, es decir la segunda situación traumática, se conforma la crisis de develamiento que llamamos SAASI. Consta entonces, de cinco instancias:
1.- Secreto
Es frecuente que el agresor presione a la victima para que esta mantenga en secreto el ASI. El secreto es impuesto por la manipulación emocional, la amenaza, los sentimientos de culpabilidad. Las amenazas atemorizan a la victima, pero por otro lado el abusador le dice que si mantiene el secreto protegerá a su mama, hermanos, etc. Ya que si expresara el ASI se desintegraría su familia, caerían en la ruina económica, la internarían en un hogar, podría ir preso todo por su exclusiva responsabilidad, siempre y cuando alguien le creyera. El agresor convence a su victima que esta tiene poder para destruir a su familia y la responsabilidad de mantenerla unida. Los valores morales que le habían sido dados se encuentran totalmente alterados ya que mentir y ocultar se transforman en la forma de proteger a su familia. El mantener este secreto impide que la victima construya vínculos mas o menos profundos con otros, aislándose y acrecentando los sentimientos de culpa y vergüenza. El niño mantiene el secreto a pesar de vivir la relación como peligrosa e incorrecta.
2.- Desprotección o Indefensión
La educación impartida a nuestra infancia conduce a los menores a evitar a personas desconocidas y obedecer, ser amables y cariñosos con las personas cercanas, constituyendo un factor de riesgo para el ASI, y a la vez para el sentimiento de desprotección de las victimas. El niño confía plenamente en las personas cercanas y no espera recibir de ellas una conducta inadecuada, sino protección. Si un adulto de su confianza lo somete al ASI el menor se sentirá traicionado en su confianza y totalmente desprotegido. Este ASI provoca en la victima el desarrollo de sentimientos de impotencia y desprotección que pueden perdurar a lo largo de toda su vida, y generalizarse al resto de sus relaciones interpersonales. El menor se encuentra totalmente indefenso ante el abusador, no existe de responsabilidad ni culpa del niño ante el ASI.
3.- Atrapamiento y adaptación
El ASI cometido por personas conocidas y de referencia para el niño es una experiencia recurrente, que se produce generalmente más de una vez. Debido a las imposibilidades de la victima de frenar el ASI , la victima tiende a adaptarse a la situación abusiva como método de supervivencia. La victima se encuentra atrapada por el secreto y la responsabilidad de mantener a su familia protegida de la desintegración y el dolor con el que el abusador le amenaza. Invaden a la víctima fuertes sentimientos de atropamiento y vivencias de que nunca saldrá del ASI.
4.- Develamiento tardío
También llamada fase de la revelación retardada, conflictiva y no convincente. Hay muchos casos de ASI que nunca han sido descubiertos. Esta etapa de develamiento tardío se produce porque la víctima mantiene el silencio, hasta que puede comenzar a hablar y cuando lo cuenta se duda de su veracidad, de porque no hablo antes, si esto no es su fantasía, etc. En casos de desconfianza y negación por parte de la figura materna u otros miembros significativos del grupo familiar ante la develacion del ASI se observa el desarrollo de la patología alimentaria, cuya relación se expondrá en párrafos posteriores. La desconfianza y descreimiento que percibe la víctima de parte de su oyente hacen que se cumpla uno de los preceptos del ofensor de que no será creída, y el ASI continuará en secreto entre abusador y abusado, a pesar del intento de la víctima, a través de su relato, de recibir algún tipo de ayuda.
5.- Retractación
Aquellas víctimas que no han recibido apoyo luego de la develación, ya sea por que no les creyeron o porque sencillamente no se efectuaron acciones específicas que anularan los sentimientos de culpa y vergüenza, o incluso el cese del ASI es frecuente y habitual que se retracten de sus dichos. Ante la respuesta indiferente; nula o escasa del medio puede afirmar que esta es una invención; que esto no ha ocurrido; asumiendo un rol de perturbada, perversa y desequilibrada pero manteniendo una aparente armonía y estabilidad de su familia. Estos grupos familiares creen más la retractación que el ASI, implicando esto enormes riesgos psicológicos a partir de esta no credibilidad y retractación, y desde ya el terreno fértil para el posterior desarrollo de las patologías de la alimentación.
Cuando el ASI es denunciado suele presentarse una nueva catástrofe y este SAASI es un nuevo acto de violencia. Se cumple uno de los dichos con los que el perpetrador trata de evitar que el sujeto denuncie el ASI.
No todos los sujetos víctimas de ASI padecen SAASI. Pero sí aquellos que padecen SAASI desarrollan en la gran mayoría Patologías Alimentarias.
Conocer el SAASI implica la comprensión de un instrumento que nos ayuda como profesionales a mejorar el entendimiento de una dinámica compleja que incluye revelaciones tardías, relatos posteriores al cese de contacto con el abusador o ante la muerte de éste.
Los niños abusados por su padre u otro adulto que desempeñe esta función como así también por aquellos que resulten de su confianza, y que a la vez sean rechazados por su madre, es decir, considerados culpables, descreídos o víctimas de minimización del ASI pueden ser considerados niños huérfanos psicológicamente.
Por otra parte si hay una madre que pueda defender a su hijo y protegerlo de nuevos ASI o re-abusos parece conferirle a su niño poder para sostenerse y recobrarse con mínimas secuelas. Estos niños no desarrollarán SAASI, dado que son empoderados y presentan una actitud resiliente frente a la vida.
El ASI es un delito donde por lo general no existen testigos y puede no haber pruebas físicas.
Los varones víctimas tienden a ocultar el ASI, por vergüenza y sentimientos de culpabilidad. La mayoría de las víctimas son niñas y los abusadores son varones con funcionamiento de cuidadores.
El estilo comunicacional de estos grupos familiares predispone al abuso sexual infantil, no dando espacio a la capacidad de respuesta. La edad del niño, la relación de poder y su vulnerabilidad, son factores de desprotección. El discurso del abusador presenta rupturas, confusiones comunicacionales y represalias. Los mensajes se transmiten en registros plagados de contradicciones, lo que provoca sorpresa y perplejidad. Se anula la capacidad para decodificar los mensajes de manera coherente. Tales confusiones entre lo que debiera ser y el abuso que recibe, provocan una perplejidad enorme imposibilitándole al niño una anticipación. Estos niños se muestran agotados y han cesado sus intentos de comprender. Allí parecieran alojarse las patologías alimentarias: cuando no hay otras palabras o estas no fueron escuchadas o creídas el cuerpo comienza a hablar. Dice por sí mismo. En la delgadez extrema o la compulsión y sus intentos fallidos de borrar lo vivido.
Reynaldo Perrone plantea que la situación abusiva es un estado similar al del trance. El trance es un estado alterado o modificado de la conciencia que se caracteriza por una disminución del umbral crítico y una focalización de la atención. El trance se expresa de manera psicosomática: modifica las actitudes corporales, las percepciones y las sensaciones tanto como la conciencia. En este estado se producen amnesias, más o menos profundas, alucinaciones o visualizaciones, fenómenos de desdoblamiento y disociación, y fenómenos de reasociación y reorganización. E incluye un desdibujamiento de los límites de identidad y tiempo. No se hace referencia al trance consensuado, con un fin determinado como por ejemplo el de la hipnosis clínica. Se trata de una relación no consensual, donde el niño víctima queda preso en este estado, al que Reynaldo Perrone refiere como hechizo o embrujamiento.
El hechizo es el extremo de una relación de poder, de desigualdad absoluta. El niño víctima se encuentra en una sensación de malestar, opone resistencia y su sentido crítico se encuentra conservado. Pero al comienzo del ASI todo se transforma en culpa, confusión, vivencias de desdoblamiento, se es un extranjero en su propio territorio. La víctima pierde las fronteras de su propio cuerpo, siendo perturbada por los dichos del abusador. Se encuentra ya sin defensas, sin protección individual y ante la nueva desprotección, descreimiento y posterior retractación no llegan los factores protectores necesarios y se lugar al SAASI.
El hechizo podría ser inscripto como la tercer instancia del SAASI, la que denominamos atrapamiento y adaptación. El SAASI se instaura no solo en el cuerpo del niño, sino también en su inocencia y su ignorancia. El niño es vencido por el adulto, que incluye el ASI en cotidianeidad. Le muestra al niño la desprotección que padece: los encargados de cuidarlo no pueden hacerlo, no se le cree o se lo acusa, haciéndolo responsable del ASI. Las víctimas se preguntan: ¿Es una percepción errónea del peligro? ¿ No debíamos cuidarnos de los de afuera? ¿ Qué pasa con los de adentro?.
El niño es cosificado, integrante de una dinámica familiar incestuosa, que incluye a madres que también han sido víctimas de abuso sexual en su infancia y no han podido elaborarlo, ni encontrar un modo reparador, es decir que fueron descreídas, desmentidas o acusadas de ser responsables de su padecimiento; encontrándose instaladas en el SAASI. Estas madres han transformado su vivir, a sobrevivir con ello, han sepultado su propio ASI, no pudiendo proteger a sus hijos en similar padecimiento. El niño no espera ni esta preparado para este daño, no puede defenderse de aquel que además es responsable de su cuidado.
La víctima del abuso sexual siente una perdida del propio cuerpo. Algo similar a lo que le acontece en su vivencia de la patología alimentaria. No tolera ese cuerpo. Lo ve gordo. Le molesta. La dismorfofobia irrumpe con total voracidad.
Hablamos y comemos por el mismo agujero: la boca. Esa boca que ya habló, no fue oída y debió callarse, y marco la instalación del SAASI. Expresa sus deseos de tenerla cerrada: no comer, no contar. O abarrotarla de comida, después expulsarla y decir, pero también retractarse es decir no decir nada. Palabras y comida como dos versiones de nutrientes. La presencia de SAASI indica la presencia de Daño Psíquico.
Las víctimas de ASI instaladas en el SAASI y luego padecientes de patología alimentaria se vuelven frágiles, dependientes y sujetas a deseos de otro. Pierden iniciativas personales. Viven, o mejor dicho sobreviven. Son privadas de su capacidad de discernir, y por ende también de disentir. En mensajes como “ esto lo hago por tu propio bien” “ todos los padres hacen esto con sus hijos” “vos me provocaste”.
La vergüenza vivenciada después del ASI pareciera ser ahora la que refieren a su cuerpo, criticándolo, despreciándolo con un fuerte deseo de desaparecer, de prescindir de él.
Los fuertes sentimientos de incongruencia padecidos en el ASI, se manifiestan ahora en torno a la comida y a su cuerpo. Los impedimentos anteriores para discernir con claridad y comprender lo que estaba viviendo, emergen ahora donde no puede discernir, decodificar, comprender a este cuerpo, y las necesidades de este.
Las patologías alimentarias pueden ocultar un SAASI, un ASI no olvidado, pero si tapado por la vergüenza y la culpa, sin animarse a volver a hablar. En la presencia de la patología alimentaria hay un ayer que se hace hoy. Había una niña impotente que se consideraba culpable. Ahora, allí hay culpa por lo que se come, por lo que se engorda, por lo que no se adelgaza, o aquello que no logra sacarse. Kilos? Abusos? de su cuerpo. Vuelve todo el pasado, desplazado. Rechazo y asco hacia el propio cuerpo en el ASI, que ahora vuelven hacia el propio cuerpo, justificando ese odio al propio cuerpo en la comida. La dismorfofobia refiere a otra deformación, la identificación con el abusador. Hallamos como terapeutas un pasado presentificado. Lo que está en juego es la desaparición. En la anorexia logra un cuerpo no deseado: cadavérico. También en la bulimia y en los trastornos por atracón: deformo el cuerpo.
En los pasos de un ciclo vital hacia otro, en especial en la adolescencia incluyendo allí al despertar sexual, se evidencian los primeros síntomas de la patología alimentaria. Parece que no se aceptaran los cambios corporales, no se toleran formas y signos de femineidad “ sentía que algo estaba mal, algo que seguía estando mal, ya había bajado 26 kilos y creía que era mi cuerpo o la comida, que era culpa de la comida “ El SAASI está sepultado, con un costo enorme. Esa especie de sepelio daña al propio yo, que queda incapacitado para comprender lo que pasó. Éste es un terreno fértil para las Patologías Alimentarias.
Los trastornos de la alimentación representan una especie de escudo. Un intento fallido de protección contra el ASI. Hay un cuerpo escudo adelgazado o engordado, es una frontera contra esas violaciones a la intimidad. Hablan de la Patología Alimentaria, hablan con su cuerpo. Antes hablaron del ASI y nadie les creyó, nadie los escuchó. El ASI se reactualiza en cuerpo y comida. Todo parece repetirse, la cotidianeidad del ASI y lo cotidiano donde debería incluirse la comida. El ocultamiento del ASI, el secreto en el ASI y más aún el SAASI y el ocultamiento de la comida, comer a escondidas, ocultar el cuerpo. Se actualizan las agresiones, ahora con vómitos autoprovocados, ayunos, cortes, golpes y pellizcos. “Vomité hasta quedar vacía, pero hay algo que quedaba, no sabia qué era“ “ la panza siempre me molestó … no quería parecer embarazada ( 11 años)” “ yo pensaba que si dejaba de comer no me iba a pasar nada, empecé comiendo nada, es que yo quería no sentir nada”.Hemos escuchado una relación mas directa aún ¿Qué desplazamiento hacia el cuerpo-comida podemos pensar cuando el cuerpo-comida ocupa la escena del ASI? “
Mis abuelos, los dos, el padre de mi mamá y el padre de mi papa, los dos abusaban de mí… Mi abuelo era panadero. Mientras me enseñaba a amasar abusaba de mi…Y la nutricionista quiere que yo coma pan ….” “Era un amigo de la familia, venía a casa todas las semanas y cuando estábamos sentados en la mesa mi mamá, mi papá, mi hermano, el amigo de mi papá y yo él me tocaba por debajo de la mesa mientras que comíamos ¿ Nadie veía nada?…” “Mi tío abusaba de mi en la mesada o en la mesa de la cocina, con la comida en la mesa” “Mi mama me llevaba a la casa de su amiga. El padre de la amiga de mi mama fabricaba pochochos. Este hombre, sus nietos y yo íbamos al sótano donde hacia los pochochos. Ahí nos tocaba. Volvíamos sin los pochochos y mi mamá no se daba cuenta de nada. Yo no quería volver a esa casa… Lo que me pasa a mí es que no puedo parar de comer dulces, cualquier cosa dulce, lo salado no es problema nunca tuve atracones con lo salado”.
Los desórdenes alimenticios son enfermedades conductuales devastadoras producidas por una serie de factores que pueden incluir trastornos emocionales, presiones familiares, sensibilidad genética o biológica, cultura de sobreabundancia de comida y obsesión con la delgadez, como así también la exposición a determinados tipos de violencia, en especial el Síndrome de Acomodación al Abuso Sexual infantil.
La bulimia y la anorexia comparten características muy similares, como por ejemplo la depresión, la ocultación de alimento y la obsesión por la pérdida de peso.
La anorexia se caracteriza por un alto nivel de exigencia, una búsqueda de la perfección, no sólo en su cuerpo sino en todo lo que se realiza. Manteniendo muy buen desempeño escolar, mientras sus condiciones psicofísicas se lo permiten. Mantienen la necesidad de completar los mandatos de sus padres, aun aquellos que son implícitos, e incluso cuando incluyen silencios que guardan ASI. Provienen de familias con altos niveles de exigencia, sobre todo hacia esta hija en particular. Presentan una alteración en la imagen corporal. Aun con pesos mórbidos se auto-encuentran frente al espejo gordas. Se observa una pérdida significativa de peso. Superior al 15 % por debajo de los índices de las tablas, teniendo en cuenta talla y edad. Tienen un miedo intenso a la obesidad. A la vez que presentan un peso bajo mantienen la intención de seguir bajando. Eligen un peso determinado, fijado subjetivamente y alejado de una realidad saludable. Hay una negativa a alimentarse.
La bulimia generalmente empieza a principio de la adolescencia y la juventud, cuando las mujeres jóvenes intentan las dietas restrictivas, fracasando y reaccionando con exceso de comida. En respuesta a esta conducta los pacientes intentan bajar de peso mediante la ingesta de laxantes, pastillas para adelgazar, medicamentos para reducir líquidos o a través de la provocación del vomito.
Las personas con anorexia nerviosa enflaquecen al punto de inanición. Presentando una repulsión por la comida, temor abrumador por tener sobrepeso junto con una imagen distorsionada de sus propios cuerpos, llegando al punto de convertir a los alimentos en enemigos. Se generan situaciones de aislamiento y restricciones sociales, seguidas a las restricciones alimentarias enlazadas a una vida hiperactiva, en algunos casos ligadas al gasto calórico. Se idealiza un “cuerpo puro” sin alimento, en realidad una conducta mortal. Presentan amenorrea. Y otras ausencias: Deseos de no comer, deseos de nada. ¿Se puede desear la nada? Sí, se puede desear no comer nada, no pesar nada. ¿Sé esta deseando la nada? La nada es no estar. No estar vivo.
Les cuesta mucho decir lo que sienten, lo que les pasa, en especial después del descreimiento del ASI. Cuesta entender tal necesidad de lograr el control absoluto de todo: del peso, de las notas frente a los exámenes, del cuerpo, de la comida y el agregado de un deseo teñido de perfección sobre todo lo que toca y hace. Porque no hay un placer sobre las actividades, en realidad hay una sensación de “deber hacer”, de “obligación”. El lograr el control de todo también conlleva a la búsqueda de controlar el hambre.
La paciente víctima de abuso sexual padece de rechazo por cuerpo, culpa, sentimientos de asco, vergüenza. Signos que luego pone sobre la patología alimentaria: rechazo por su cuerpo, culpa por la ingesta, sentimientos de asco y vergüenza corporal. Aislamiento y depresión prolongan la develación del ASI hasta el inicio del tratamiento.
En el tratamiento deben lograr adueñarse de su vida: ni el abusador ni la obsesión por los kilos y la comida. Se debe obtener un empoderamiento del propio cuerpo, uno que nunca debió perderse. Es una búsqueda de adueñarse de su propia vida, de vivir plenamente. Así también debe incluirse en el presente análisis que el stress padecido por el SAASI, como otras situaciones altamente estresantes, afectan las vías de saciedad.
En el inicio del tratamiento raramente las pacientes reconocen la enfermedad. Tampoco refieren el ASI. El entrevistador experto debe incluir la pregunta acerca de posibles episodios de ASI.
Esta vertiente de análisis implica una nueva mirada y una nueva comprensión de las Patologías Alimentarias en víctimas del SAASI, que supera la asignación única de causas sociales y superficiales, considerando a estas jóvenes como portadoras de frivolidad. Traen dentro un SAASI y una enorme sensación de vacío. Un vacío existencial y una falta de sentido de la vida.
La búsqueda de alternativas de tratamiento deben incluir un abordaje interdisciplinario de la patología alimentaria y brindar el espacio adecuado para escuchar el ASI, que las palabras vuelvan a tener sentido y el cuerpo pueda dejar de ser portavoz de sus padecimientos. Los profesionales debemos conocer el SAASI y trabajar anulando los sentimientos de culpa y vergüenza que la víctima pueda desarrollar del ASI. La asistencia a estas víctimas debe contemplar un trabajo con sus familia extensa, además de la nuclear, con las instituciones intervinientes, es decir un llamado a trabajar en red. Se debe reparar el propio tejido y también el tejido social dañado.
Buscamos los recursos del sujeto, su empoderamiento y su resiliencia. También el modo en que la familia, la familia extensa, la escuela, los vecinos, el juzgado, la comunidad y el equipo de profesionales tratante opere va a dar cuenta del pronóstico. Si hubo patología alimentaria es por que no fue escuchado sobre el ASI, dando lugar al SAASI, o no se hizo nada, o se hizo poco. Ahora vuelve a pedir ayuda pero con su cuerpo portando una patología alimentaria. ¿Como reaccionamos todos ahora? ¿Podremos hacer ahora? Allí hay un lugar posible para nuestra tarea.
Fuente: De Psicoterapias


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